Día Mundial del Alzheimer: “Vocaciones evocadoras”, por Carmelo Gómez

VOCACIONES EVOCADORAS

Jornadas como la que se celebra estos días, la del Día Mundial del Alzheimer, supone un alto en el camino para reflexionar, para pensarnos como enfermeras al lado de una persona que padece de una terrible enfermedad neurodegenerativa; y también junto a sus familias y los que le cuidan.

La demencia tipo Alzheimer, no es la única demencia que existe. Hay muchísimas más, aunque Alzheimer es la más prevalente, sin duda. Ello supone que, en parte, es una demencia más; sin embargo, es la más conocida probablemente por la amnesia paulatina que provoca en el enfermo; un síntoma que si bien no es exclusivo en esta enfermedad la caracteriza ante la sociedad.

Alzheimer es mucho más que un conjunto de signos y síntomas. Es una prueba de fuego a la red social de la persona que la padece. Es un reto continuo para las enfermeras que cuidamos de los enfermos. Mucho se ha hablado en torno a planes estatales de abordaje, de investigación, etc. Pero no tanto de los cuidados que deben prestarse a estas personas. Recordemos que muchos de los enfermos, más de seiscientos mil nuevos casos cada año, viven en sus casas. Enmascarados entre comportamientos que solemos asociar con un modo de envejecer en concreto, los síntomas iniciales suelen pasar desapercibidos hasta que hay algo que de manera abrupta interrumpe la dinámica vital de la persona y sus familias. Recordemos que un importante y nada desdeñable porcentaje de pacientes que acuden a nuestras consultas de Atención Primaria son mayores de 65 años. Después de tantos años cuidando a pacientes con demencia, me resulta muy preocupante cuando oigo a algunas compañeras decirme que no se habían percatado de nada que le pasara a su paciente en el transcurso del tiempo en el cual este iba a su consulta para controlarse algunas enfermedades crónicas (DM, HTA, DLP), o incluso cuando la compañera debía ir al domicilio por la dependencia funcional que ya padecía. La demencia no aparece de un viernes a un lunes. Esto nos lleva a pensarnos, al tiempo que a realizar una sana autocrítica constructiva.

Nos falta mucha formación en torno no solo a las patologías, también y sobre todo a los planes de cuidados que se pueden poner en marcha con los pacientes. Para ello, es relevante y perentorio programar permanentemente en los congresos y jornadas mesas de intercambio de experiencias de cuidado, de trabajo para mejorar o ampliar las redes de apoyo de nuestros pacientes y sus familias, tan agotadas y deprimidas. Es fundamental ahondar en programas formativos postgrado que traten monográficamente todas las demencias, no solo Alzheimer; recordemos que la de origen vascular supone una cuarta parte de todos los casos, por ejemplo.

Al mismo tiempo, debemos pensarnos mucho como enfermeras, lo que supone serlo, más si cabe en estos tiempos en los que nuestra profesión está tan denostada por los poderes públicos y privados como solicitada por los jóvenes. “no hay paro”, o “puedes llegar a ganar bastante dinero” son algunos motivos para estudiar la carrera universitaria que he oído decir a algunos chavales recién llegados a esta nueva vida que supone ser enfermera.

Es momento de pensar que si algo caracteriza a nuestra profesión es su carácter eminentemente humanista, y humanizador, no solo tecnológico. No podemos hacerlo sin prepararnos académica pero también humanamente para estar con pacientes y sus familias, cuyas vidas primero empiezan a desdibujarse de su memoria, para después ser sustituidas por las de los que le rodean. Lo único, y al mismo tiempo lo más importante que prevalece siempre del enfermo, es su dignidad humana; ya sea en el estadio inicial como en el más avanzado. Ello nos debe remover y estimular para actuar de manera profesional, por supuesto, pero sin olvidar que la empatía humana es la única manera de comenzar a dignificar los cuidados. Con autenticidad, con compromiso personal, con vocación enfermera.

Hoy es día de recordar a los cientos de miles de enfermos y sus familias. Pero también lo es de recordar que las enfermeras cuidamos también con nuestra presencia junto al que sufre, del que padece. Debemos recordar hoy y siempre que el primer cuidado es no olvidarles.

Carmelo Gómez, vocal de la SEEGG en Murcia.

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